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Última actualización: 25 de enero de 2024

Se trata de una forma primitiva y autóctona de cubierta donde los constructores son los propios dueños. Está formada por un forjado unidireccional de viguetas de madera (normalmente el tronco de un álamo sin labrar) con un entrevigado formado por un entramado de ramas de adelfas llamado «malhecho» o lascas de pizarra, en las construcciones de los cortijos, o cañizos, en las construcciones de los pueblos; sobre el que se deposita una capa de launa. Una mezcla de arcilla de color gris verdoso azulado mezclado con material pizarroso que, al dejarse macerar hasta obtener granos de un centímetro, forma una pasta impermeable al humedecerla.

Ahora que con la llegada de algunas nieves es posible que alguien se le ocurra darse una escapada a la sierra y pase por la Alpujarra granadina o almeriense, traemos a colación un término propio de esas tierras: terrao.

Las crujías son, normalmente de 3,5 m de luz y los rollizos de álamo se elegía en los pueblos conforme a diámetro y longitud, siendo esta una característica menos observada en los cortijos. Las viguetas se empotraban en los muros de lajas de pizarra (muy abundante en esa zona, así como la launa) de espesor superior a los 60 u 80 cm.

El sistema se empezó a abandonar en los años 70, cuando se empezó a poner una lámina de plástico debajo de la launa, que luego se sustituyó por unas tortas de hormigón

Mi agradecimiento al arquitecto técnico Jesús Palenzuela, que publicó una entrada en su Instagram sobre esto hace unos días, inspirando estos dibujos, y a los arquitectos Gonzalo Martínez Gómez por la fotografía y a Pedro Aparicio por alguna información complementaria.