Son numerosas las ocasiones en las que, ante la salida de los resultados del cálculo hecho por un programa, nos quedamos un poco perplejos sin saber interpretar si estos son correctos o no. Un criterio puede ser el orden de magnitud aunque, si los valores son más o menos racionales, quizás este pueda ser insuficiente. Otro es conocer de antemano la naturaleza de los esfuerzos que deben aparecer: axiles, cortantes, flectores o torsores, y su signo. Este conocimiento nos permite detectar resultados erróneos, posiblemente derivados de un fallo en la entrada de los datos en la definición del modelo, también nos ayuda a comprender mejor la estructuras y mejorar su diseño.

Con esta entrada en el blog se inicia una serie en la que iremos viendo cómo podemos estimar los diagramas de esfuerzos en las estructuras isostáticas, las reglas que los gobiernan y cómo ligeras alteraciones en las acciones que inciden sobre las estructuras, cambios en sus vínculos externos o pequeñas modificaciones de diseño conllevan comportamientos estructurales diferentes.