A diferencia de otras entrada de este blog, esta no corresponde a ningún detalle constructivo que haya tenido que resolver. Se trata del somero análisis de la delicada e ingeniosa solución ideada por Carlo Ferrater para colocar unas mallorquinas que no caben en el balcón, que he encontrado por casualidad en Ibiza en el hotel Boutique en Vara del Rey.
Normalmente, la barandilla del balcón impediría la apertura de la mallorquina, que tocaría con su tramo lateral o que, si fuera abatible, dificultaría su apertura obligando a dividirla en cuatro hojas más pequeñas.
Para resolver el problema, la mallorquina corredera se cuelga de la fachada por encima del dintel, pero la barandilla no entesta contra la pared, sino que deja un hueco para que pueda pasar entre esta y la fachada. La fijación de la barandilla se realiza a la pletina de acero que cubre los tres cantos del balcón. Esta solución, que con balaustres de otro tipo sería muy poco rígida y demandaría la fijación del pasamanos a la fachada, funciona al emplear pletinas perpendiculares al desarrollo de la barandilla unidos por las pletina de canto del forjado y el pasamanos. Lo que configura un conjunto de una notable rigidez.
También a diferencia de otras entradas de este blog, en los dibujos he omitido cualquier tipo de especificación que concrete las características de los diferentes elementos. Esto no es porque los detalles no las necesiten. Se trata de que simplemente no sé cuáles son y tampoco se trata de que me las invente.